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Corral de Almaguer 700 aniversario – Capítulo VII – Almaguer en la Reconquista.
Corral de Almaguer 700 aniversario
Capítulo VII
Almaguer en la Reconquista
Tres fueron las campañas emprendidas en España por los fanáticos guerreros Almorávides del norte de África en ayuda de sus correligionarios Andalusíes. Tres expediciones en las que consiguieron frenar los avances cristianos, e infligir una grave derrota al rey Alfonso VI en Sagrajas o Zalaca (Badajoz). Sin embargo, en lugar de volver a sus tierras como habían hecho en las dos primeras ocasiones, y tras comprobar la relajación imperante en los reinos musulmanes españoles a la hora de cumplir los preceptos del Islam y la excesiva tolerancia hacia judíos y cristianos, a la tercera decidieron quedarse para siempre, expulsando a los reyezuelos de las Taifas y reunificando sus territorios en un nuevo Al-Ándalus. Uno de esos reyes de Taifas, concretamente Al-Mutamid de Sevilla, vasallo y aliado de Alfonso VI, solicitó la ayuda del rey cristiano para la defensa de la ciudad contra los almorávides, entregándole a cambio a la princesa Zaida “la más bella hija del Islam” según las crónicas, junto con una enorme dote en el territorio de la Mancha, que incluía las plazas fuertes de Cuenca, Uclés, Huete, Ocaña, Consuegra y Mora, además de todos los castillos, aldeas y pueblos de menor entidad incluidos en esa línea fronteriza. Fue así como Almaguer y su pequeño castillo (que no atalaya) pasaron a manos cristianas.
No duró mucho el dominio cristiano en esta franja de terreno, pues una vez obtenido el control de Al-Ándalus, los almorávides lanzaron varias campañas hacia el norte con la intención de recuperar Toledo. El enfrentamiento con los cristianos se produjo en nuestra zona primero en Consuegra (1097) y después en Uclés (1108). Por cierto que en ésta última cruenta batalla murió el joven príncipe Sancho, único heredero del rey Alfonso VI e hijo de la famosa mora Zaida. Ni que decir tiene que Almaguer, junto con todas las pequeñas aldeas de su entorno, fueron conquistadas y volvieron de nuevo a manos musulmanas.
No tardaron los almorávides en acomodarse a la buena vida y relajar sus costumbres, por lo que los cristianos avanzaron sobre la franja situada entre el Tajo y el Guadiana, recuperando de nuevo las plazas de Almaguer y sus aldeas, según reflejan los documentos mozárabes de la catedral de Toledo fechados en 1119, en los que se recogen varias ventas de viñas entre mozárabes de Aloyón.
Con todo y con eso, Almaguer seguía siendo zona fronteriza y por lo tanto peligrosa e inestable para los pobladores, debido a los avances y retrocesos de la reconquista. Tres décadas después (1155) parece que la zona se encontraba ya relativamente pacificada, y Alfonso VII, acompañado por la reina polaca Doña Rica, efectuó labores de repoblación en la comarca de Almaguer, donando la aldea de Aloyón a los siguientes pobladores: los capitanes o “adalides” Michaeli Aben Acet y su hermano Albubacal, y los soldados y pobladores: Andrés Çapatario, Michaeli Zalema, Petro Estéfanez, Martino Granadixil, Iusto Iohani, Hiahia Iohanni, Zaidi, Dominico Fandúm, Dominico Aneza, Petro Iulianci, Dominico Michaeli y Michaeli Fructusu, dejando claro que la mitad de la aldea será para el adalid Michaeli Aben Acet.
Ni que decir tiene que si Aloyón había sido repoblada por el rey Alfonso VII en 1155, Almaguer, como cabeza de la comarca, lo había sido ya con anterioridad o al menos por aquellas mismas fechas, si bien en esta ocasión como villa de realengo (es decir como posesión del propio Rey) y con el mismo fuero de Toledo que solía otorgar a las escasas poblaciones de cierta entidad que pervivieron en la comarca. Éste fue el auténtico nacimiento del Almaguer cristiano, y la primera ocasión que nuestra población recibió Carta de Villazgo, por más que no se hallan conservado estos documentos.
Rufino Rojo García-Lajara
Nota: En recuerdo de esta convulsa época, Almaguer siempre conservó con orgullo su nombre Árabe
Corral de Almaguer 700 Aniversario. Capítulo VI. LA RECONQUISTA – Unión monetaria «EL MARAVEDÍ»
Corral de Almaguer 700 aniversario
Capítulo VI
La Reconquista
(continuación)
Con las primeras escaramuzas o “razzias” a cargo de pequeños caudillos asturianos -como Don Pelayo- comenzó una constante presión sobre las guarniciones musulmanas del norte. El sistema de guerrillas u operaciones estratégicas de castigo y rápida retirada, único método que las fuerzas cristianas se podían permitir ante la escasez de medios humanos y materiales, logró minar el aguante musulmán, consiguiendo que los primeros reyes asturianos fueran poco a poco afianzando sus dominios sobre Galicia y los vastos territorios del norte del Duero, hasta formar el reino de León. Junto a esta gran penetración en el territorio de Al-Ándalus, aparecieron también pequeñas zonas liberadas en la zona de los pirineos, que con el tiempo acabarían formando los reinos de Navarra, Aragón y Cataluña.
Así comenzó esta complicada y larguísima empresa bélica, jalonada por continuos avances y retrocesos en las líneas fronterizas. Esa dilatación en el tiempo propició, aparte de cruentas batallas y héroes de leyenda, como el Cid y Al-Manzor, la aparición de situaciones curiosas y anecdóticas, más propias de la guerra de Gila que de una auténtica contienda. Desde reyes cristianos que se exiliaban en los reinos musulmanes para evitar la persecución de sus propios hermanos, hasta aquellos otros que durante la tregua de invierno bajaban a curarse las enfermedades a territorio enemigo -dada la fama de los médicos musulmanes- para volver en el verano siguiente a enfrentarse contra sus hospitalarios rivales, sin olvidar a aquellos que se casaron con las hijas de sus contrincantes para entablar alianzas, o adoptaron las ropas y las monedas musulmanas para sus reinos. Como podemos apreciar, la reconquista no fue la guerra convencional con buenos y malos que nos han intentado vender, sino una amalgama de situaciones extrañas, y en ocasiones absurdas, en las que nunca faltaron los intercambios comerciales y de vecindad entre los españoles de ambos bandos.
Con el final del califato y su posterior división en Reinos de Taifas, se evidenció una época de debilidad en los musulmanes. Debilidad aprovechada por las fuerzas cristianas para extender sus dominios hasta la crucial línea fronteriza del Tajo, y establecer alianzas con varios reyes musulmanes en su lucha contra otros reinos de taifas. A cambio, los reyes cristianos obtuvieron grandes cantidades de oro, las llamadas “parias”, que enriquecieron sobremanera sus posesiones y permitieron la construcción de las primeras Catedrales y Monasterios, de ahí que tampoco hubiera mucha prisa en la conquista. Después de varias de estas alianzas, Alfonso VI decidió asediar Toledo hasta conseguir que se rindiera de forma pacífica en el año 1085, recuperando con ello la simbólica capital visigoda y una de las ciudades más importantes de Al-Ándalus. De esta forma la línea fronteriza descendía hasta situarse entre los ríos Tajo y Guadiana, quedando Almaguer en el centro de una zona fuertemente conflictiva. Más aún, cuando, para frenar el avance cristiano, los musulmanes solicitaron la ayuda de unos fieros monjes guerreros: los almorávides. Pero eso lo contaremos en el próximo capítulo
Rufino Rojo García-Lajara
Nota: la unidad monetaria española por excelencia: “el maravedí” surgió nada menos que como imitación de las monedas almorávides (de ahí su nombre) por parte del rey castellano Alfonso VIII, recogiendo incluso la leyenda en árabe, aunque con significado cristiano. Su éxito a lo largo de la historia fue de tal magnitud, que no fue sustituida por el céntimo hasta mediados del siglo XIX (concretamente en el año 1854)
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